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Aunque la región de Alicante es conocida por sus altas temperaturas y un sol abrasador, la naturaleza que envuelve la provincia de Alicante nos deja lugares tan mágicos como el Parque Natural de Serra Gelada. En una de sus laderas abunda el bosque mediterráneo, mientras que, en la otra ladera que da al mar, encontramos especies capaces de soportar suelos salinos y los efectos abrasivos del viento. Un enclave perfecto para disfrutar de senderos de terreno escarpado y vientos marinos, con paisajes inolvidables.  

Lo que impresiona en este parque natural son sus imponentes formaciones rocosas, como los enormes acantilados verticales que emergen del mar o la famosa duna fósil colgante. Es colgante, porque la arena fosilizada de esta duna lleva suspendida en el acantilado desde hace miles de años.

También destacan las cuevas kársticas, donde se refugiaban antiguamente las focas monjes, los pescadores y donde los piratas recogían el agua que se filtraba en el techo. O la cueva de la Ballena, erosionada por el mar, la humedad, la sal y la arena durante años hasta convertirse en una boca abierta con espectaculares vistas al Mediterráneo.

La Sierra Helada goza de un microclima frío. Su nombre, helada, viene dado por su orientación, y también se atribuye al efecto óptico que crea la luna, en las noches oscuras al reflejarse en los acantilados. Una explicación más poética que la anterior. 

En el ámbito marino, existen praderas de posidonia oceánica y vermétidos. Para finalizar, entre su fauna, su principal riqueza son sus aves marinas. Las numerosas especies de peces, crustáceos y otros invertebrados que encuentran en estos fondos las condiciones adecuadas para prosperar, hacen que, unido a su valor natural, exista un innegable interés económico por su carácter de recurso pesquero.

La misteriosa isla de Benidorm

Cuenta la leyenda que en lo alto de la montaña vivía un brujo poderoso y un día, un caballero enamorado y desesperado por la enfermedad de su amada subió a la montaña para hablar con el brujo.

Buscaba una cura que la salvara de su destino. Sin embargo, el brujo le dijo que no había nada que él pudiera hacer. Consumido por la rabia, el caballero sacó su espada y la clavó en la montaña, separando un fragmento y creando un pequeño islote.

Tras la muerte de su amada, se subió en un bote con el cuerpo inerte de la muchacha y navegó hasta la isla que su amor había formado. Una vez allí, clavó su espada en la embarcación y las profundas aguas se tragaron sus almas. 

Si quieres conocer estos acantilados, su entorno y las vistas que ofrecen, solo tienes que calzarte unas deportivas y prepararte para recorrer sus rutas senderistas. Una de ellas es la que se realiza desde Benidorm hasta el Albir, en la que podrás contemplar la belleza del mar Mediterráneo.

Es la ruta amarilla, que sale desde la Cruz de Benidorm y llega al faro del Albir. El trayecto es de 8,5 kilómetros (4 o 5 horas) y, al ser una ruta lineal, hay que volver caminando, en autobús o dejando un coche en cada punto del recorrido.

La travesía discurre por la cresta de la sierra litoral, con pronunciadas subidas y bajadas de dificultad moderada. Si buscas algo menos exigente tienes la ruta roja, un paseo de 2,5 kilómetros que parte desde el faro del Albir hasta las ruinas de la torre Bombarda.

Mucho menos exigente y recomendable para ir con niños es la Ruta de la Torre de les Caletes. Durante el trayecto, y antes de llegar a la construcción defensiva del siglo XVI, es posible refrescarse en la cala de la Almadraba y en la cala del Tío Ximo.