Los bañistas de la playa de Valencia ya no tendrán que conformarse con las redes de voleibol o las palas de playa.
A partir de ahora quien lo desee también podrá bucear y descubrir las numerosas especies marinas que han terminado habitando el arrecife artificial de la Malvarrosa, desde doradas a pulpos.
Situado a 200 metros de la costa y a tres metros de profundidad, este arrecife artificial fue fondeado hace ya casi dos años con el doble objetivo de regenerar el ecosistema marino de la zona y funcionar como atractivo para el ecoturismo y el turismo deportivo.
Se encuentra dentro de la línea de baño, señalizado con boyas y marcado con aspas para que las embarcaciones no se acerquen y de acceso libre a cualquier bañista o buceador interesado.
Así, en el verano de 2014 se construyeron y sumergieron los tres módulos que componen este arrecife y que, a día de hoy, se han convertido en un oasis de vida donde antes sólo había bancos de arena.
«A los cuatro meses de sumergirse comenzaron a cubrirse de algas e invertebrados», cuenta a los medios el responsable de comunicación del equipo Arrecifes Valencia, artífice del proyecto, Javier Álvarez Solís: «Estas son siempre las primeras especies en llegar y sirven de atracción para otras especies mayores».
Ahora, quienes se aventuren a sumergirse en el arrecife podrán encontrar especies de interés comercial como doradas o sargos, curiosidades como caballitos y estrellas de mar y también invertebrados más grandes, como sepias o pulpos.
«Incluso hemos encontrado huevos de pulpo, por lo que podemos decir que se ha convertido ya en un referente para la fauna local», asegura Álvarez Solís.
Pero además de ayudar a recuperar el ecosistema y de servir como práctica deportiva, el equipo Arrecifes Valencia se ha encargado también de estudiar cómo el arrecife ha podido afectar a la estabilidad de la playa.