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El Penyagolosa es una montaña mágica para los valencianos. Con sus más de 1.800 metros de altitud, al Penyagolosa también le llaman el ‘Gigante de Piedra’. Es uno de los pilares que sostienen el techo valenciano. Curiosamente, aunque desde siempre pensábamos que el Gigante de Piedra es la montaña más alta de la Comunidad Valenciana, es el Cerro Calderón en el Rincón de Ademuz, que supera al Gigante de Piedra por solo 25 metros. 

Su magia se debe a sus bosques de cuento, masías rurales y templos religiosos, las zonas declaradas reserva de la biosfera y decenas de rutas para los amantes de la naturaleza. Pero su fama no se debe solo a su altitud. Desde hace siglos atrae a miles de visitantes por la belleza de su paisaje. En los días claros, desde el Gigante de Piedra se puede ver hasta el Delta del Ebro o las Islas Baleares.

En una tierra más bien costera, llana y mediterránea, el centinela de los pueblos de interior contrasta con su verde potente, su aire fresco y la imponente naturaleza en pleno desarrollo. En un terreno seco como es el Maestrazgo, el agua del Carbó se convierte en el epicentro de la vida natural.

Hay muchas rutas para llegar hasta su cima, según las ganas que tengamos de caminar y nuestras capacidades físicas. En la ladera norte de la montaña transitan los senderos de ascenso más populares. La cara sur requiere cierta experiencia en montaña. 

Si se va con niños o con personas que no puedan aguantar largos trayectos, el camino desde la Banyadera es ideal. El coche puede dejarse cerca, en un aparcamiento habilitado, señalizado junto a la entrada del Barranc de la Pegunta. La ruta, ida y vuelta, apenas suponen 4 kilómetros. 

Al poco tiempo de iniciar la ruta, llegamos al Corralico, base de la cima, a 1.500 metros de altitud. La senda didáctica muestra las diferentes especies vegetales que enriquecen este paraje de alto valor natural. Mas adelante, a mitad de la subida aparece un pequeño refugio de piedras, la Caseta de l’Ombría que suele ser espacio de asombro y divertimento para los más pequeños. 

A partir de aquí ya no nos queda mucho y cuando los pinos van dejando de hacer presencia se llega a una de las cimas. La ruta oficial tiene poca complicación, esquivando algunos caminos zigzagueantes de piedras. 

Llegar a la cumbre tiene la recompensa de sentarse a disfrutar de las vistas y el paisaje.

Esta es la propuesta más sencilla. Si optan por añadir algo de dificultad, en tiempo y terreno, el Barranc de la Pregunta es imprescindible. Esta ruta duplica la distancia de la anterior y multiplica por diez su belleza.

El camino recomendado es iniciarlo desde la ermita de Sant Joan, donde también se puede dejar el coche y visitar el centro de interpretación del parque. El centro de interpretación ‘La casa forestal’ permanece abierto todas las mañanas hasta las 14 horas y supone una guía ideal sobre la fauna y la flora del paraje protegido.

Uno también se puede dejar guiarse por lo que le llame y perderse en la maravillosa naturaleza del Penyagolosa. Una experiencia inolvidable.