Museo Comarcal de l’Horta Sud

Desde la época romana las diferentes civilizaciones que habitaban el espacio comarcal dejaban sus huellas y aportan los rasgos que configuran la personalidad de esta comarca valenciana.

Antiguamente la comarca llamada l’Horta de València incluía las comarcas de l’Horta Nord y l’Horta Sud.

Sin embargo, y como consecuencia del crecimiento poblacional, se dio paso a la división territorial de las tres comarcas actuales de l’Horta: l’Horta Nord, València Ciutat y l’Horta Sud, en la que el río Turia marca la hipotética frontera entre el norte y el sur.

L’Horta Sud, tal y como la conocemos hoy en términos industriales y de servicios, empezó a configurarse a partir de 1960.

Así pues, a partir de esa década, la comarca aceleró su paso de una sociedad fundamentalmente agrícola a otra mayoritariamente industrial y de servicios. 

l’Horta Sud nace en 1982, cuando adquiere dimensión administrativa y cultural de la mano de los ayuntamientos democráticos y de la sociedad civil.

Estamos frente a una comarca con una larga historia y un gran patrimonio cultural.

l’Horta Sud cuenta con 13 colecciones museográficas y 8 museos reconocidos como son el Castillo de Alaquàs, la Azulejo de Paiporta, Museo del Palmito de Aldaia, el Museo de Cerámica de Manises, El Museo Comarcal de l’Horta Sud en Torrent, el Museo de Historia y de Arqueología de Silla o el Museo de Historia de Benetússer.

Desde 2011 la comarca cuenta con un himno propio gracias a una iniciativa promovida por la Agrupación Musical Els Majors de l’Horta Sud.

Pertenecer a la comarca de l’Horta Sud no es sólo una cuestión geográfica. Formar parte de ella supone tener aspiraciones similares, inquietudes similares y necesidades comunes.

Torrent, con más de 80.000 habitantes, es la capital de la comarca

El Museo Comarcal de l’Horta Sud Josep Ferrís March nace por iniciativa de la Fundación Horta Sud dentro de sus programas de actuación con el fin de dar a conocer la cultura tradicional de la comarca que durante siglos ha constituido, sin lugar a dudas, la seña de identidad que ha otorgado una personalidad propia a este territorio.

El museo se encuentra instalado en la casa del Estudiante de Boqueta, una antigua casa de labriegos construida durante la primera década del siglo XX.

La visita a la exposición nos permite conocer la forma de vida de una familia en la era preindustrial que en la mayoría de los casos obtenían sus recursos del trabajo de la tierra.

Espacios visitables del museo

Dentro de la casa de campesinos la residencia y el trabajo cotidiano de las personas aparecen íntimamente ligados, por lo que estos edificios nos muestran una tipología propia.

Podemos encontrar tres áreas claramente diferenciadas: la vivienda, ubicada en las dos crujías recayentes en la fachada principal donde se desarrolla la vida doméstica, la parte relacionada con el trabajo del campo y la tercera dedicada al almacenamiento de los productos agrícolas, ubicada en la planta superior del edificio.

En la planta baja encontramos el dormitorio de soltero donde dormían los hijos, el dormitorio del matrimonio, el comedor, la cocina, el establo destinado a los animales que se utilizaban para trabajar en el campo, la almazara y el cuarto del aceite y el corral.

Además, la Sala Bennàger, para actividades.

En la planta alta encontramos la andana para guardar las cosechas y herramientas de uso poco frecuente y el pajar, situado encima del establo, que se utilizaba para guardar la paja para el consumo de los animales.

Un espacio comarcal

Este espacio está pensado para la reflexión sobre las interacciones con el entorno que han configurado históricamente la personalidad de la comarca, sobre los conocimientos, valores y formas de relación de la sociedad tradicional desde una perspectiva actual con proyección hacia el futuro.

Un microespacio expositivo que plantea cuestiones de interés actual a partir de los fondos del museo. La sala está concebida como un espacio multiuso en el que se puede leer, consultar la mediateca, jugar, reunirse y organizar tertulias o talleres.

En el sótano encontramos la Sala Faitanar para exposiciones temporales.

Se implican en la dinamización social y cultural de la región, en base a aquellos elementos que históricamente han definido la personalidad de l’Horta Sud y constituyen sus señas de identidad.

Su objetivo es contribuir a fortalecer el movimiento asociativo comprometido en la defensa de los derechos humanos y valores democráticos, que contribuya a construir una sociedad más justa desde el ámbito local.

Las personas nos asociamos para actuar, para intervenir en nuestro entorno, para resolver problemas, proponer cambios, pero también para compartir sentimientos, aficiones e intereses. En definitiva, por compartir valores sociales.

Ofrecen formación y cursos, ayudas y asesoramiento a Asociaciones y ayudas a proyectos interasociativos.