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El indulto de ninots, o salvar del fuego a una figura de falla, tiene una larga historia llena de curiosidades y de misterios. 

Aunque no lo parezca, los ninots indultats han existido siempre, incluso antes que el propio museo que los alberga. Aunque la esencia de las fallas, con los ninots incluidos, es desaparecer bajo el fuego para simbolizar la destrucción de aquello que critican, a lo largo de la historia se pueden encontrar figuras de las fallas que por diversas razones se han querido conservar.

Los ninots que homenajeaban a algún personaje eran generalmente indultados, sea por deseo de las comisiones o por orden de las autoridades. A principios del siglo XX ya se encuentran algunos ejemplos, como el monumento de la plaza del Molino de Na Robella de 1914, que exaltaba al compositor Wagner y cuyo busto no se quemó.

O en 1922, en pleno auge del nacionalismo valenciano, se plantó un monumento en la plaza del Doctor Collado de Valencia con la efigie de Jaime I, aclarándose hasta publicando un anuncio en prensa que ésta no se destruiría. Hubo veces que el ninot que representaba a un personaje popular se regaló al caricaturizado, indultándose de esta manera.

Pero en aquella época siempre se indultaban los ninots de personas famosas. El ninot de un niño que rociaba al público con perfume desde una falla publicitaria de 1925 sobrevivió a la cremà porque cayó simpático a la gente.

En el año 1932 se salvó una escena de la falla de la calle Maestro Valls por su calidad artística: se trataba de una labradora que llevaba un plato con el busto de dos personas importantes que sorprendió cuando formó parte de la Cabalgata del Fuego. En 1928, una representación del Miguelete que había en una falla, se fue a la Casa de València de Barcelona en el viaje de vuelta del tren fallero de esa ciudad.

Este acto de salvar ninots del fuego se convirtió en un acto oficial gracias a Regino Mas. El gran artista fallero, en un concurso de ideas del Ayuntamiento de Valencia para crear nuevos actos en las Fallas, propuso en 1934 incluir el indulto de ninots en el programa de fiestas municipal.

La propuesta de Mas fue aceptada por el consistorio, y ese mismo año se organizó la primera Exposición del Ninot. Cada comisión fallera eligió un ninot del monumento que iba a plantar, y lo llevó al sótano del Mercado Central de València.

Los ninots estuvieron expuestos entre los días 13 y 15 de marzo para que el público, con sus votos, eligiera el que le gustaría que fuera indultado. En esos días se contabilizaron unos 30.000 votos, de los que una abrumadora mayoría, 23.000, fue a parar al grupo “Abuela y nieta” perteneciente a la falla que para la comisión del Mercado Central realizó el artista Vicente Benedito.

El 19 de marzo, una comitiva recogió el grupo indultado para llevarlo al Palacio de la Exposición, sede del Museo del Folklore (antecedente del Museo Fallero). Sin embargo, la abuela y la nieta no fueron los únicos ninots que sobrevivieron al fuego, porque ese año también se indultaron muchos otros de manera extraoficial, como se había hecho toda la vida.

Durante mucho tiempo, sólo los ninots de las fallas grandes tuvieron oportunidad de ser indultados. No fue hasta el año 1963 cuando la Delegación de Fallas Infantiles de Junta Central Fallera convocó la I Exposición del Ninot Infantil, de la cual se eligió por votación al primer ninot indultat infantil.

Se trató del grupo que representaba a Pinocho y Gepetto, obra de Josep Fabra y de la Falla San Vicente-Falangista Esteve (hoy San Vicente-Periodista Azzati). El original del mismo se perdió, exhibiéndose un sustituto en el Museo Fallero que realmente está basado en el remate de la falla que contuvo el original. 

Si vas al Museu Faller de València, verás todos los ninots que se han indultado oficialmente hasta el momento… bueno, casi. Como la colección estuvo bastante descuidada durante muchos años, unos pocos se perdieron, y además la riada de 1957 se llevó algunos, tuvieron que modelarse reproducciones de los que faltaban.