La Cerámica ValencianaCerámica típica Valenciana

 

La producción cerámica en tierras valencianas procede ya desde el Neolítico

 

Las diversas culturas que aquí han arraigado han tenido el trabajo sobre el barro como uno de los elementos característicos de su paisaje cultural.

Un ejemplo son las magníficas producciones ibéricas de cerámica pintada de los estilos Liria (narrativo) y Elche-Archena (simbólico), la fabricación de ánforas en época romana para contener vino, la rica producción de época islámica, la cristiana, etc.

Los alfareros valencianos ya eran reconocidos en época romana, pero fue el periodo islámico el que le dotó de personalidad propia.

 

Se sabe que en el siglo XIV eran apreciadas por nobles y papas las piezas de loza medieval valenciana, de tres tipos: azul; de reflejo metálico, y verde y morada

 

Fruto de aquella alfarería gótico-mudéjar, serían los excelentes ejemplares de cerámica decorada en azul y/o reflejo metálico dorado hallados en excavaciones arqueológicas en el subsuelo de Manises

Aquella loza de Manises con reflejos en tonos dorados y azules se impuso en toda Europa hasta fines del siglo XVI, siendo denominada un “producto de Valencia” o “Mallorca” (Majólica, y luego mayólica), a causa del origen de los comerciantes marinos que las comercializaban. 

En la Comunidad Valenciana la cerámica floreció durante los siglos XIV y XV; la presión de los cristianos en el siglo XV hizo trasladar el importante centro de producción de cerámica con reflejos metálicos de Málaga a Manises. 

Históricamente serán las producciones de Paterna, de Manises y de l’Alcora-Onda las que han dado un extraordinario prestigio a las producciones de cerámica artística valenciana.

Durante el período medieval, localidades como Manises, Paterna y Aldaia tenían una importante producción cerámica, que a partir del siglo XVI se concentra toda en Manises

El comercio de la loza de Manises dio lugar a compañías de exportadores, en su origen italianas, chipriotas y turcas, y luego catalanas y mallorquinas, que zarpando del Grao de Valencia transportaban loza, cacharrería y azulejería embaladas en grandes tinajas.

Los principales clientes estuvieron en Francia, diversos principados de Italia, Sicilia, Venecia, Turquía, Egipto, Siria y Chipre, y muy especialmente en el Reino de Nápoles, donde la corte de Alfonso el Magnánimo se convirtió en un escaparate de las lozas levantinas de Paterna y Manises.

 

También los papas Calixto III y Alejandro VI incorporaron esta producción a las salas del Vaticano

 

En el interior de Europa, además de en Francia, se han encontrado en museos, palacios y restos arqueológicos diferentes ejemplos de su existencia en Flandes y los países del Báltico.

Aunque se siguió produciendo mayólica hasta el siglo XVIII, los cambios de hábitos en la bebida hicieron que las manufacturas se inclinaran a la realización de servicios para café y chocolate.

Esto junto con el descubrimiento de la porcelana por Johann Friedrich Böttger a principios del siglo XVIII, afectó la elaboración del tipo mayólica, que se fue adaptando al éxito de la porcelana de pasta dura y aunque la loza mayólica era de más bajo precio, la llegada de la porcelana inglesa o de ceniza de hueso de Inglaterra con precios muy asequibles hizo que sufriera una gran decadencia la producción de mayólica.

En los últimos años, la cerámica ha experimentado un desarrollo extraordinario en todos sus aspectos. La inversión en I+D+i de la industria cerámica ha conseguido productos de alto rigor tecnológico y gran calidad.

 

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